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Todos los humanos, somos seres espirituales que sentimos en lo profundo de nuestro ser una necesidad trascendente, un anhelo de plenitud, integración, armonía y felicidad. En la actualidad, estamos observando un resurgimiento espiritual en el mundo, existe una ola de noticias negativas a las que dan relevancia los medios masivos de información pero más allá de eso, se percibe una necesidad colectiva en torno a la espiritualidad.

Poco conocimiento existe sobre este asunto, además de una confusión generalizada respecto a todo lo relacionado con la espiritualidad, la falsa espiritualidad prevalente en el mundo actual, es un tema que todos los seres humanos hemos vivido de una u otra manera en nuestra vida.

Por ello, este escrito pretende ofrecer una reflexión sobre las principales creencias erróneas en torno a la espiritualidad para facilitar una visión más amplia de este concepto .

 “Siguen tratando de resolver el problema mundial como si fuera político, económico o incluso militar, y no es ninguno de ellos. Es un problema espiritual. Y ése es el único problema que los seres humanos parecen no saber cómo resolver”.

Neale Donald Walsch en su libro “Nuevas Revelaciones”, dice que los seres humanos:

Con base en lo anterior, consideramos que las principales “creencias erróneas” que nos impiden resolver los problemas espirituales son las siguientes:

1. TENER UNA IDEA EQUIVOCADA DE DIOS

Lo que creas sobre Dios se vuelve crucial porque “las creencias crean conductas”.

No basta con creer en Dios, sino que es necesario saber en qué tipo de Dios creemos: en un Dios juez vengativo, o en un Dios amoroso.

Si existe la creencia de Dios como un juez, se solapan 5 falacias sobre su concepto: Primero partimos de la idea de que Dios necesita algo, después asumimos que no puede obtener lo que necesita y por eso, Dios nos ha separado de Él porque no le damos lo que necesita. En cuarto lugar, como Dios aún necesita lo que necesita con tanta desesperación, ahora quiere que todos, desde su posición separada, se lo den. Por último y como consecuencia, Dios lo destruirá todo si no se cumplen sus requerimientos.

Estas cinco falacias sobre Dios no solo están arraigadas sino que ocasionan daño y destrucción.

Lo mismo ocurre con la denominada Ira de Dios, que no es solo una creencia falsa, abstracta y personal que tiene alguien sobre su propia espiritualidad sino que influye en el comportamiento social y la manera de relacionarse, ya que es apropiado actuar con los demás de la misma manera que crees que Dios actúa contigo.

2. IGNORAR QUIÉNES SOMOS REALMENTE

Algunas religiones, se enfocan en el concepto del Pecado y en la idea de que todos somos pecadores, defectuosos, indignos, como si solo algunos pocos elegidos y especiales son dignos de valía.

Esto se debe a la idea de mantener como intocable las verdades sagradas o la Palabra de Dios.

Abrir la posibilidad de escuchar otras verdades o ser testigos de otros milagros más cotidianos de personas de nuestro día a día, es posiblemente abrir paso a la existencia de otro maestro u otro mensajero de Dios y eso a su vez, podría significar el descubrimiento de nuevas revelaciones o interpretaciones.

Las religiones mundiales ya conocidas quizás no puedan tolerar estas posibilidades porque prefieren describir nuestra relación con Dios con una brecha, es decir, asumiendo que en nuestra vida vamos hacia Dios, nuestro camino es hacia él y no con él. Nosotros consideramos que ¡ya estamos en Dios! él nos muestra sus maravillas para que podamos reconocer las nuestras, su poder de bondad y creación también está en nosotros. 

3. CREER QUE LA ESPIRITUALIDAD CONSISTE EN CREENCIAS Y PRÁCTICAS EXTERNAS

Es común asociar la espiritualidad a ciertas prácticas o rutinas que algunas personas llevan en su vida diaria. Así, puedes creer que un ser espiritual es alguien que pertenece a una religión, cumple mandamientos, viste un ropaje especial, lleva una dieta vegana o vegetariana, también puedes creer que es una persona que hace retiros a montañas, se flagela el cuerpo, lee y cree febrilmente en dogmas o es alguien que puede ver el futuro o leer el tarot.

Pero espiritualidad significa percepción interior, es la experiencia directa, y la determinación de expresar en la propia vida las cualidades y características del Espíritu, es decir, poder expresar Sabiduría- Poder- Amor-Alegría.

La verdadera espiritualidad no se mide o percibe a través de rutinas estructuradas, sino que la percibes cuando la conciencia y la voluntad forman un todo, son la base de toda verdad porque se actúa con Voluntad y Conciencia, desde el amor y la alegría. Por ello, La espiritualidad es un estado del Ser, que no puede ser enseñado, pero sí transmitido mediante el ejemplo. 

4. CREER QUE UNO HA SIDO “ELEGIDO” POR DIOS

Pensar que somos privilegiados, especiales, elegidos, y que los demás están descarriados o perdidos en la vida es una presunción que se convierte en una forma de arrogancia, nada espiritual.

En el Universo existe un solo Dios y es el mismo para todos aunque se inventen diferentes formas de identificarlo o diferentes maneras de rendirle culto, en esencia, todos adoramos al mismo Dios.

Para La Existencia nadie está más adelante ni más atrás porque nadie vale más ni menos, cualquier interpretación y clasificación como ser especial corresponde al terreno del ego humano y no al terreno de lo existencial.

Ahora, ¿Qué nos ha llevado a tener durante tanto tiempo estas 4 creencias erróneas?

Las religiones tradicionales propician una experiencia exclusiva para el individuo o grupo que la experimenta, no dan espacios para incluir a terceros a su visión del mundo.  En este sentido, Ken Wilber, en su libro “Una Visión Integral de la Psicología”, plantea que existen dos tipos de religiones: las traslativas y las transformativas.

Hablemos primero de las traslativas, reconociendo que cambian solamente las capas más superficiales del individuo, sin llegar a tocar el verdadero fondo, la realidad superior del Espíritu, y el yo permanece dormido. Este tipo de religión mantiene aparentemente felices, tranquilos y seguros a sus seguidores. Funcionan con base en dogmas y piden obediencia absoluta a sus fieles porque hacen que las personas pierdan la fe en sí mismas; las hacen sentir que ellas tienen las respuestas que ni los individuos ni otras religiones tienen y por eso se debe aceptar su verdad sin cuestionamiento alguno.

Entonces, ¿Qué hacer si quieres ser protagonista de tu propia trascendencia?

Desde acá, a través de este artículo, podemos mostrarte como nos invita el mismo Dios en Nuevas Revelaciones ciertos pasos de autorreconocimiento: 

  • 1. Reconozco que algunas de mis antiguas creencias sobre Dios y la vida ya no funcionan.
  • 2. Reconozco que hay algo que no entiendo sobre Dios y la vida, cuya interpretación podría modificarlo todo.
  • 3. Estoy dispuesto a concebir nuevas comprensiones de Dios y la vida, comprensiones que podrían producir un nuevo modo de vida en este planeta.
  • 4. Estoy dispuesto a explorar y examinar estas nuevas comprensiones y, si están de acuerdo con mi verdad y conocimiento interiores, a ampliar mi sistema de creencias a fin de incluirlas.
  • 5. Estoy dispuesto a vivir mi vida como una demostración de mis creencias.

Y es en este punto, donde entran las religiones transformativas y es que, el paso a una religión transformadora demanda un rompimiento de la personalidad, una desidentificación de las falsas identidades (soy mi cuerpo, mi historia personal, mis creencias, programas y paradigmas, mis títulos nobiliarios o académicos, mis emociones, etc.); exige también asumir plena responsabilidad de la propia vida y experiencias, y no dependencia de una autoridad externa. La religión transformadora no fortalece al “yo pequeño”, sino que lo destruye, no proporciona consuelo, fortaleza ni satisfacción, sino ruptura y revolución. En la transformación, damos un salto hacia el reconocimiento, percepción y expresión del Espíritu. Por eso Jesús exclamó: “No he venido a traer paz sino guerra” (una guerra interna, de autodefinición).

Si la religión traslativa proporciona legitimidad, la transformadora ofrece autenticidad y no legitima los dictados del mundo, sino que rompe con ellos; no se ocupa de satisfacer al yo, sino de trascenderlo. La religión transformativa es en realidad el reto para la humanidad de comprender que cada ser es responsable de su propia vida, que atrae aquello con lo que se identifica y lo hace bajo una gran responsabilidad individual, consciente y auténtica. 

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