Como hemos dicho, todo es una sola Energía Inteligente constantemente transformándose en una infinidad de formas, así conociéndose en sus infinitas posibilidades de manifestarse, experimentando todo lo posible. Pero es siempre la misma Energía, una sola Esencia, un solo Ser. Es como la pantalla de tu televisor o tu computadora: las imágenes que ves son muchas y siempre cambiando, pero es siempre la misma pantalla. La pantalla no cambia, solamente las formas de luz que te presenta. Lo importante aquí es que puedes mirar a todo y percibir el Uno. Puedes vivir experimentando que TÚ eres Uno-Todo aunque veas a otros como separados de ti. Puedes salir de la ilusión de la individualidad separada y percibir la Energía Única que está “atrás” de la pantalla del mundo. Cuando logras experimentar que Tú Eres el Uno-Todo, aunque sea solo por unos segundos o minutos, es un impacto que te cambia para toda la vida. Algo cambia dentro de ti: tu percepción de las cosas.

Para entender mejor esto te daremos una analogía que explica cómo es que tú ves a las otras personas como separadas y diferentes a la Unicidad:

Imagina enfrente de ti a una gran pata de elefante (tu percepción de los demás). Imagina que, por costumbre, nunca has volteado a mirar más allá de lo que tienes enfrente. Todo lo que conoces por “elefante” es esa pata; para ti, un elefante tiene la forma de una pata gigante, gris y rugosa (es decir, los demás son separados a ti). Tal vez habrás leído en libros que un elefante tiene cuatro patas, una cola, grandes orejas y una enorme trompa con la que se lleva la comida a la boca (es decir, que todos somos Uno). Sin embargo, te has acostumbrado a ver al elefante como solo una pata de éste, y esa es tu única realidad, esa es la percepción que tienes de lo que es un elefante (que somos separados y nada tienen que ver los demás contigo).

De repente, un día, logras algo inesperado, tu noción del elefante cambia completamente. Te mueven a un lugar más lejos de la pata del elefante, y desde ese panorama, no solo ves la pata del elefante, sino que puedes ver al elefante entero. Ahora, tienes otra perspectiva del mismo, ya cambió tu imagen de la palabra “elefante”. Ahora, ves claro que todos los años de tu vida, habías visto solo la pata del elefante creyendo que eso era su totalidad, y lo limitada que era tu visión del elefante. Ver solo la pata y creer que eso era todo el elefante no es “malo”, solo que así lo veías por costumbre y por enseñanza de la sociedad. Además, jamás se te ocurrió preguntar qué había más allá de lo estaba justo enfrente de tus ojos, de lo que era muy “normal” y “obvio”.

Ahora que ves el elefante entero, lo que antes te parecía algo común, soso y tal vez sin gracia, ahora lo ves como algo maravilloso. Ahora ves que no es solo una gran pata gris, es un ser vivo, que siente, que quiere y cuida a su manada, que siente hambre y dolor; y hasta te podrás decir: “¡Vaya trompa! ¿A quién se le habría ocurrido darle esa forma?”. O te preguntarás: “¿Cómo es que teniendo un elefante enfrente de mí estaba tan equivocado de lo que en realidad es un elefante?¿Cómo es que hubiese jurado que sabía lo que era un elefante porque estaba enfrente de mis ojos y no lo veía así, como en realidad es?”. Es decir, ¿cómo es que siendo todos una sola Energía, una sola Esencia, habías tenido una percepción tan limitada?

Luego de las etapas de maravillarte con ver la totalidad del elefante, la gracia de la creación divina y tener las respuestas a las preguntas que te puedan surgir, observas que la mayoría de las personas siguen en la idea que el elefante es una gran pata gris sin gracia y muy conocida entre todos. Pero tú sabes que se están perdiendo de una experiencia, y sabes que si vieran el elefante completo, dejarían de quejarse del mismo, dejarían de golpearlo creyendo que no siente, creyendo que no tiene en absoluto nada que ver ellos (aunque ambos sean seres vivos); incluso, que muchas veces solo existe para estorbar. Sabes que si vieran al elefante completo, dejarían de resistirlo y luchar con él, lo que implica más tranquilidad, fluir con la vida y se integrarían a él; hasta harían equipo con él para lograr objetivos en común, para la evolución de conciencia.

Así que le explicas a otras personas sobre la trompa del elefante, pero ellas no entienden ese concepto en la misma manera como tú lo entendías. Les explicas la grandeza del elefante, y su imagen mental de “grande” es lo más grande que han visto pero no la grandeza real del elefante. En fin, observas que por más que quieras explicarles, no se trata de hablar. Y así llegas al punto de entender que la única forma de que salgan de su lucha con aquella pata (que puede ser lo que cambie sus vidas), es que lo vean ellas mismas con sus ojos, que lo sientan con sus manos, que lo experimenten con su ser. Y sabes que no las puedes cargar, que cada una tiene un momento de búsqueda y de realmente moverse de lugar para hallar la respuesta en un nivel experiencial.

Percibir al elefante como solo una gran pata gris es igual a percibir a otras personas solo como “otros” y no como una única Energía. La pata del elefante representa la creencia de que todos estamos separados, de que las otras personas nada tienen que ver contigo, en el aspecto de que son diferentes a ti por su forma de pensar, de vestir, de hablar; o por su religión o su color de piel. La pata del elefante, en la analogía, es la creencia “fundamentada” que, por ver con tus ojos la individualidad de las personas y cosas, ésa es la única realidad porque así lo aprendiste por costumbre social. El elefante aquí es que todos somos uno, estamos conectados, no hay un “otro”; aunque aparentemente así lo ves, energéticamente no es así. No hay una acción negativa que le hagas a otro que en realidad no te hagas a ti mismo. Cuando tienes la experiencia de esta característica, de la Unidad, es como si vieras al elefante completo. Y ya no puedes regresar a verlo solo como una parte. Es decir, por más que tus ojos vean a otros separados y diferentes a ti, tú sabes, en experiencia propia, que todos estamos conectados en una sola Energía.

A pesar de que las religiones, los libros y los maestros de espiritualidad lo han dicho desde hace milenios, la verdad es que hasta que no experimentes la Unidad, puedes seguir dañando a otros (a las personas o al planeta) consciente o inconscientemente, creyendo que se lo haces a “otros”, cuando en realidad todo está conectado.

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Este artículo es un extracto del Libro “Cómo Sentir tu Esencia”