La espiritualidad es un estado de conexión, de experiencia, con algo más grande que nosotros, llámese Dios, naturaleza, unos con otros, y/o la parte más profunda de nuestro ser. A nosotros nos gusta llamarle Esencia – la Fuerza Inteligente Creadora de todo lo que existe y la sustancia, la Energía, de la que todo lo que existe está formado.

Lo más importante es que la espiritualidad es algo relacionado a tu ser y a tu autorrealización, no al conocimiento o sabiduría que tengas. Puedes pertenecer a cualquier religión, culto, grupo, y seguir los ritos y deberes paso a paso, y aun así no ser una persona espiritual. La espiritualidad es la demostración, el acto activo de quién eres.

Una persona espiritual es una persona normal, sencilla. No necesita alardear para aparentar ser espiritual, tu puedes sentir su conexión a Esencia en su manierismo, su forma de tratar a otros, su simplicidad, su forma de manejar conflictos, su servicio a otros, su aceptación de todas las personas, su aceptación de las cosas positivas o negativas que pasan, su manera de ver perfección en todo, y sobre todo, irradia una energía de amor, de belleza, y de paz.

Una persona espiritual es una persona balanceada. Está en armonía con su Esencia y su vida humana. Es como un árbol cuyas raíces han penetrado en todo el campo de la vida humana y su trabajo. Recibe alimento de su día a día, de su experiencia y amor en esta vida. Y por el otro lado, sus ramas se extienden hacia el cielo azul. Se nutren con los rayos del sol y hasta con los rayos de las estrellas. Y como ese árbol, la persona espiritual se nutre de la vida humana, de la energía de luz, y de su servicio a otros. Así como el árbol crea frutos, produce oxígeno y da sombra, la persona espiritual toma los regalos de la vida y los devuelve al mundo, viviendo un balance entre el cielo y la tierra.

Otra característica es que crecen hacia la luz, hacia la belleza, y hacia la sabiduría. Nadie puede ser espiritual si no tiene estos frutos en sus ramas. Y si esta persona toma estos frutos y busca compartirlos con más y más personas, apoyando a otros a encontrar su conexión divina, entonces también se benefician del amor que produce y que da a otros. Tal como lo dijo Cristo “Por sus frutos los conocerás.”

Una característica más es que la persona espiritual sabe que todo en esta tierra es perfección, que vinimos a experimentarnos en nuestra máxima expresión de quien somos. Que los eventos son lo que son: ni positivos ni negativos, sino son las oportunidades perfectas para que practiquemos nuestro amor. Que Esencia ha creado un mundo perfecto para nuestro disfrute y nuestro trabajo en encontrar la belleza en todo.

Una característica muy importante es que la persona está consciente que su éxito en la vida se mide en la cantidad de alegría que experimenta en su día a día. No importa los problemas, si está en lluvia o en sol, si perdió o gano, si está enfermo o saludable, la alegría de tener una conexión directa con Esencia hace posible manejar cualquier situación.

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